
No tienes que ser bueno.
No tienes que atravesar el desierto de rodillas, arrepintiéndote.
Solo tienes que dejar que ese delicado animal que es tu cuerpo ame lo que ama.
Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y los guijarros cristalinos
de la lluvia avanzan por los paisajes,
las praderas y los árboles frondosos, las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, que vuelan alto
en el aire azul y puro, vuelven nuevamente a casa.
Seas quien seas, por muy solo que te sientas
el mundo se ofrece a tu imaginación,
y te llama, como los gansos salvajes, chillando con excitación
— anunciando una y otra vez tu lugar en la familia de las cosas.