Romper el hechizo evolutivo
- Emiliano Bruner
- 28 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 ago

El ser humano padece una condición profundamente contradictoria y conflictiva: (…) afirma ser inteligente pero demasiado a menudo parece que esa inteligencia lo aboca a la infelicidad. (…) Las causas de esta contradicción (…) tienen raíces en la historia filogenética de la propia especie. (…)
El criterio de la selección natural y de la evolución (…) es la perpetuación de la especie. El criterio de un individuo debería ser la felicidad, la suya y la de sus seres queridos; vivir una vida plena, una vida satisfactoria, minimizando el dolor y el sufrimiento, y promoviendo estas cualidades en su entorno. (…) Sin embargo, el programa de la evolución es tan poderoso y está tan profundamente arraigado que es imposible sacárnoslo de dentro. (…)
Nuestro cerebro proyecta y valora, juzga y comenta, opina y pregunta, desea y rechaza, continuamente, las veinticuatro horas, siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco días al año, sin parar, sin callar, olvidándose de vivir la vida real y dedicándose a vivir una vida ficticia hecha de temores, preocupaciones, rencores y muchísimas expectativas. (…) Una situación incesante que, en el mejor de los casos, crea un estado de estrés crónico que moldea nuestro cerebro y nuestro metabolismo. (…)
Esta condición de sufrimiento constitutivo no nos facilita la existencia y requiere un trabajo por nuestra parte dedicado a limitar sus efectos nefastos. (…) Para romper el hechizo evolutivo hay que forzar las habilidades que tenemos poco desarrolladas, como la red atencional, la percepción, la capacidad de observación, la intencionalidad y la consciencia del momento presente. (…)
La evolución nos ha plasmado para vivir emocionalmente anclados a todo cuanto nos rodea, a todo lo que pasa, reaccionando compulsivamente en función de si algo nos agrada o no. Así que se trata de reducir este condicionamiento, en la medida de lo posible, para sufrir menos y responder de forma más sana a los acontecimientos. Una parte fundamental de este entrenamiento es saber percatarse del momento presente, volver a dar importancia al momento presente, aprender a sentir el momento presente, sea cual sea, sea como sea, redimensionando el pasado y el futuro, reforzando la red atencional y rebajando la red por defecto asociada a rumiaciones y obsesiones. (…)
Para resolver el problema (…) no queda otra que reprogramar nuestra mente (…) y la meditación es probablemente el método más directo y efectivo. O por lo menos un necesario punto de partida. (…) Se ha demostrado que las prácticas meditativas tienen efecto a corto (hormonas y neurotransmisores), medio (metabolismo) y largo (estructura cerebral) plazo. (…)
No sabemos si un estado mindful es más real o natural que un estado mindless (sin conciencia, sin intención y sin presencia), pero desde luego es un estado que aporta calidad de vida, bienestar y salud mental.
Emiliano Bruner. "La maldición del hombre mono. Las raíces evolutivas del sufrimiento humano"