Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía grandes grietas mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie. La vasija rota estaba avergonzada porque solo llegaba con la mitad del agua.
Después de dos años, la vasija quebrada le habló al aguador: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir”. El aguador le contestó: “Cuando regresemos a casa observa las flores que crecen a lo largo del camino gracias al agua derramada por tus grietas. Si no fueras exactamente como eres no hubiera sido posible crear esa belleza”.
Autor anónimo. "Cuentos con alma" Rosario Gómez
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