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  • Joe Dispenza

Gente corriente que cambia el mundo



Cuando percibimos la presencia de una circunstancia estresante, tanto si la amenaza es real como si es imaginaria, un sistema nervioso primitivo (el sistema nervioso simpático) se pone en marcha y el cuerpo moviliza una cantidad enorme de energía. (...) En tiempos prehistóricos esta reacción suponía una ventaja, pero hoy en día el estrés crónico acaba por pulsar las teclas genéticas que provocan la enfermedad. (…) Cuando vivimos en modo de supervivencia y las hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, fluyen constantemente por nuestro cuerpo permanecemos en estado de alerta. (…) Nuestros cuerpos se acostumbran a la descarga química hasta tal punto de que se vuelven adictos a ella, (…) y una mejora en el entorno externo no necesariamente romperá la adicción (igual que un adicto a las drogas no dejará de serlo por el mero hecho de ganar la lotería). (…)


El cuerpo desconoce la diferencia entre una emoción generada por una interacción con el ambiente exterior y otra creada internamente a través de una emoción. (…) Nos basta recordar un episodio perturbador del ayer o tratar de controlar un mañana impredecible para provocar grandes desequilibrios fisiológicos. (…) De ese modo, los pensamientos, que son inmateriales, devienen materia porque se convierten en mensajeros químicos. (…) Aquello en lo que enfocas la atención y ensayas mentalmente una y otra vez no solo se convierte en tu realidad biológica, sino que también determina tu porvenir. (…)


En el momento en que te das cuenta de la corriente de pensamientos que se despliega en tu mente mientras meditas, puedes parar el proceso y volver al momento presente, centrándote en sentir y percibir. (...) Así, declaras que tu voluntad es más poderosa que tu programa. (…) Sin embargo, no es suficiente con experimentar armonía con los ojos cerrados para luego abrirlos y reanudar las actividades diarias inmersos en estados mentales y corporales limitados e inconscientes. (…) Las emociones de supervivencia (culpa, odio, rabia, competitividad, venganza…) han dejado a su paso un rastro innecesario de dolor, sufrimiento, opresión y muerte a lo largo de la historia de la Humanidad (…). Estamos asistiendo a un instante crucial en que la antigua sabiduría y la ciencia moderna han entrado en intersección con el fin de aportar la tecnología y el enfoque científico que necesitamos para aprender una manera más sana y eficaz de gestionar, no solo nuestras emociones, sino también nuestra evolución personal y colectiva. (…)


Es posible pasar de un estado de supervivencia a otro de prosperidad (...) si empezamos a hacernos responsables de nuestros pensamientos y emociones. Solo entonces entenderíamos cómo afecta al conjunto de la vida nuestro estado de consciencia (…) y podríamos expresar nuestra auténtica naturaleza accediendo plenamente a nuestra capacidad innata como seres humanos: la de dar, amar, servir y cuidarnos los unos a los otros y al planeta Tierra. (…)


Así se cambia el mundo, empezando por transformarse uno mismo.


"Sobrenatural. Gente corriente haciendo cosas extraordinarias", Joe Dispenza

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