top of page
Buscar
  • Foto del escritorMónica Rivas

Acaricia al lagarto

Actualizado: 18 mar 2020


En estos días difíciles que nos está tocando vivir, es posible sentirse como el caracol que sabe que, aunque llueva fuerte, está listo para protegerse de cualquier amenaza con tan solo meterse en la "casa" que siempre lleva consigo. Lo de la "casa" es tanto en sentido literal —en eso estamos todos ahora mismo— como metafórico, y es de esto último de lo que quiero hablar en este post.  

Hay una práctica de mindfulness para los pequeños en los que, cuando se sienten alterados, se les invita a que imaginen que son como un caracol que retrae su cabeza para resguardarse en la seguridad de su caparazón, a salvo de las amenazas externas. Es precisamente esa sensación de seguridad la que consigue que nuestro cerebro reptiliano —el más antiguo y que nos ha permitido sobrevivir a los peligros que ha afrontado nuestra especie a lo largo de miles de años— deje por un momento de rastrear amenazas, reales o imaginarias. 

Hace un par de años tuve la suerte de asistir a un taller de fin de semana llamado “Neuroplasticidad positiva”, en el que el doctor en psicología Rick Hanson explicaba la necesidad de enviar a nuestro cerebro un mensaje de calma y tranquilidad, para salir así del estado de alarma en el que, por nuestra configuración como seres humanos, estamos instalados. Este psicólogo se refería a esta práctica como "acariciar el lagarto".

Ahora más que nunca, en estos días en los que todo el país está literalmente en Estado de alarma,  necesitamos “acariciar al lagarto” que todos llevamos dentro y convencerlo de que existe un lugar seguro en el que refugiarnos, aunque sea durante unos instantes.

Te propongo la siguiente meditación para esta cuarentena:


- Busca en tu casa un lugar tranquilo donde sentarte en postura de meditación, sobre un cojín o una silla, con la espalda recta y el cuerpo relajado. 

- Cierra los ojos y haz un par de respiraciones profundas. 

- A continuación, observa las sensaciones que cada inhalación y exhalación producen en tu cuerpo: cómo el aire roza las fosas nasales al entrar fresco y salir un poco más cálido, cómo el pecho se expande y se contrae, cómo el vientre se hincha y deshincha... 

- Simplemente observa, sin juzgar ni querer cambiar nada. No hay nada que lograr, nada que demostrar, ningún sitio al que ir. Solo respirar… solo ser. 

- Es normal que acudan pensamientos a tu cabeza en forma de frases, imágenes, recuerdos, preocupaciones…. No pasa nada, no te resistas... pero tampoco te pierdas en ellos; simplemente déjalos pasar, como nubes que cruzan el cielo de tu conciencia. Cada vez que te des cuenta de que te has ido con un pensamiento, vuelve a las sensaciones de la respiración en tu cuerpo y felicítate por ser consciente de ello. 

- Al cabo de un tiempo, repite mentalmente la siguiente frase: AHORA MISMO, TODO ESTÁ BIEN. Repítela con calma varias veces, hasta que tu sistema de alerta, tu “lagarto interior", se vaya calmando y esto actúe sobre tu sistema parasimpático (la parte del sistema nervioso autónomo que se encarga del estado de reposo). 

- Al cabo de un rato de haber sentido que tu respiración está más calmada y que tu ritmo cardíaco se ha ralentizado, abre suavemente los ojos y moviliza tu cuerpo. 

- Por último, felicítate por haber conseguido conectar con tu refugio interior, aquel en el que TODO está bien. 


Te deseo una cuarentena tan consciente y calmada como te sea posible.

bottom of page