¿Nos cambia realmente la desdicha? Indudablemente, y por partida doble: nos hace distintos de lo que éramos antes y distintos de cómo se han quedado los demás, quienes no han sufrido lo que nosotros hemos sufrido.
Tal vez sean la experiencia y el recuerdo de la batalla, y no el sufrimiento, lo que nos enriquecen: "Curtirse, no endurecerse".
Es la lucha contra la desdicha, y solo ella, la que puede enseñarnos y hacernos crecer; no la desdicha en sí misma, que lo único que hace es endurecernos. (...)
La tarea es ingente: cuando uno está sumido en la desdicha, se trata de hacer el inmenso esfuerzo de admitir que la felicidad existe a pesar de todo.
De ahí esa necesidad absoluta de lucha, exterior e interior: para proteger la posibilidad de volver a ser feliz y de hacer felices a los demás algún día, más tarde.
"El arte de la felicidad", Christophe André