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  • Andrés Aberasturi

Días negros


Decía Blas Otero que había días negros que crecen como un charco de lágrimas. Y vaya si los hay. Días en los que esa pájara negra sobrevuela el corazón y la angustia trepa como una yedra mala por las piernas, se enreda entre las manos y hace que los ojos contemplen el mundo con un espanto que no nos merecemos.

Esas cosas pasan y lo más duro es seguir en el camino; saber que, a pesar de todo, “otros esperan que resistas, que les ayude tu alegría, tu canción entre sus canciones". Pero no es fácil salir así al escenario poniendo la profesión por fuera pero teniendo la procesión por dentro.

Lo bueno es que ese charco de lágrimas se acaba por secar al primer sol de esta esquiva primavera que es y que no es, y la pájara emigra en busca de otros corazones menos fuertes y el verano, ya verás, volverá antes de lo que te imaginas a calentar las madrugadas y a llenar de luz lo que solo parecía un agujero oscuro y sin salida.

Mientras eso pasa, cuando esos días negros crecen como agujas, es bueno tener a mano otra mano, sentir otra boca cerca de la nuestra, saber que el otro está ahí y que no se irá a pesar de los pesares.

Poesía de vida, Andrés Aberasturi

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