El miedo es una emoción y, como tal, una experiencia humana completamente normal. Puede ser provocado por desencadenantes universales o personales, ambos relacionados con la amenaza de sufrir algún daño, sea físico o psicológico. (...)
Aunque fuera posible vivir sin miedo, no sería algo deseable, ya que no podríamos evaluar el peligro ni reaccionar de forma apropiada. El miedo es el regalo de la naturaleza para asegurar la supervivencia. (...)
Sin embargo, aunque nuestra capacidad para experimentar miedo sea adaptativa, parece haber un gran desajuste entre los desafíos que amenazaban la vida de nuestros ancestros paleolíticos y los tipos de desencadenantes que normalmente hemos de afrontar hoy los humanos. (...) Los miedos modernos están más relacionados con hechos como tener que tratar con alguna persona difícil en el trabajo, cumplir con un plazo límite, o situaciones que provocan ansiedad social, como el miedo al rechazo o la vergüenza en público. (...) Aunque no representen un riesgo vital, el cuerpo sigue reaccionando a estos factores estresantes con una reacción en cadena que nos prepara para luchar, huir o quedarnos paralizados.
Para complicar un poco más las cosas, no solo sentimos miedo como respuesta a circunstancia externas. Experiencias internas como los pensamientos y las emociones también pueden provocar miedo; un pensamiento sobre algo o alguien puede ser –y a menudo es– más aterrador que ese algo o alguien.
Cuando observes que surgen de forma espontánea el miedo, la ansiedad o la preocupación simplemente toma tres respiraciones profundas y observa qué sucede en la mente y el cuerpo. Nota qué ocurre con la reacción de miedo, ansiedad o preocupación. ¿Sigue igual?
Extracto del libro "Mindfulness y equilibrio emocional", de Margaret Cullen y Gonzalo Brito