Las lentas y deliberadas fuerzas evolutivas que han ido modelando nuestra vida emocional han tardado cerca de un millón de años en llevar a cabo su cometido (...).
Para bien o para mal, nuestras valoraciones y nuestras reacciones ante cualquier encuentro interpersonal no son el fruto exclusivo de un juicio solo racional o de nuestra historia personal, sino que también parecen arraigarse en nuestro remoto pasado ancestral (...).
Con demasiada frecuencia nos vemos obligados a afrontar los retos que nos presenta el mundo posmoderno con recursos emocionales adaptados a las necesidades del pleistoceno.
"Inteligencia emocional", Daniel Goleman