Se llama calma y me costó muchas tormentas.
Se llama calma y cuando desaparece
salgo otra vez a su búsqueda.
Se llama calma y me enseña a respirar,
a pensar y repensar.
Se llama calma y cuando la locura la tienta
se desatan vientos bravos que cuesta dominar.
Se llama calma y llega con los años
cuando la ambición de joven,
la lengua suelta y la panza fría
dan lugar a más silencios y más sabiduría.
Se llama calma cuando se aprende bien a amar,
cuando el egoísmo da lugar al dar
y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma
entregándose enteros a quien quiera recibir y dar.
Se llama calma cuando la amistad es tan sincera
que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma y el mundo la evade, la ignora,
inventando guerras que nunca nadie va a ganar.
Se llama calma cuando el silencio se disfruta,
cuando los ruidos no son solo música y locura
sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.
Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda de ningún color
que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad.
Se llama calma y me costó muchas tormentas
y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma.
La disfruto, la respeto y no la quiero soltar.