
Ah... ese momento, así repentino,
en que no pasa nada.
No hay listas de cosas por hacer.
Tal vez por medio instante
la prisa del tránsito se detiene.
El zumbido del "debo ser, debo ser, debo ser..."
se desacelera hasta callar.
Y ya no se mueven
ni las blancas cortinas de algodón.