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Yo mínimo vs yo narrativo

  • Nazareth Castellanos
  • hace 12 minutos
  • 3 Min. de lectura

 


Nuestra conducta no siempre conlleva consciencia. Es más, casi la mitad del tiempo que estamos despiertos nos conducimos por actos de los que no somos conscientes. Es lo que se llama “vivir en piloto automático”, y lo hacemos frecuentemente. (…)

El yo mínimo se define como la conciencia de uno mismo que nos sitúa como sujetos inmediatos de la experiencia. Es por lo tanto, no reflexivo, centrado en el ­­momento presente, sin juicio y experiencia (…).


Como alternativa, se sitúa el yo narrativo, ligado al lenguaje, a la memoria autobiográfica, a la planificación y a la personalidad. (…) Se ha asociado, entre otras áreas, a la red neuronal por defecto (ligada a pensamientos espontáneos e involuntarios, aunque también está presente en pensamientos voluntarios que implican la recuperación de memorias autobiográficas) (…). Este yo narrativo conlleva oscilaciones neuronales muy rápidas, como gamma, con ritmos superiores a los cien disparos por segundo (…). La disolución del yo narrativo durante la observación de la respiración supondría una reducción o ralentización de los ritmos neuronales (…). Aferrarse al yo narrativo es inseguro (…) y trabajar en su desidentificación desemboca en una representación más positiva de uno mismo, una mayor autoestima y aceptación, y un menor apego, lo que dota de solidez a la salud mental. (…) Quizás no se trate tanto de condenar al yo narrativo como de moderarlo. (…)


La meditación no consiste tanto en sujetar la atención como en familiarizarse con ella. (…) La atención conlleva en el cerebro procesos de distracción que son naturales y que tienen su explicación evolutiva (…). Un cerebro no ejercitado en la atención entra con facilidad en pensamientos involuntarios, que brotan de forma recurrente y la acaparan. Es una tendencia del propio órgano y se considera su estado por defecto. Mantener la atención es lo difícil. La práctica de la meditación de la respiración se apoya en aprender a dar cuenta de estas distracciones. (…) La práctica ecuánime de observación de la respiración nos sitúa en el papel de público de nuestro propio teatro. Y, la verdad, ayuda mucho bajarse del teatro de vez en cuando. (…)


Cada vez respiramos más rápido, unas quince veces por minuto. La respiración lenta se define como aquella que está por debajo de unas diez respiraciones por minuto (…). Al respirar lento se favorecen procesos como la cognición, la gestión de las emociones y las sensaciones corporales. (…) Te invito a buscar un espacio de tranquilidad en casa o en un parque (…). Toma consciencia de tu cuerpo y respira naturalmente. (…) Poco a poco vamos a ir ralentizando la respiración. (…) Al inspirar, cuenta hasta tres. (…) La espiración debe de ser el doble que la inspiración: cuenta hasta seis. (…) Repite este ciclo 3-6 durante unos diez minutos (…) y, si después, te sientes cómoda, te invito a ralentizarlo aún más: 4-8… 5-10. (…) Con paciencia y mirada amorosa, siempre. (…)


Controlar la mente es tarea difícil, sino imposible, para quien no se entrena. A una mente desprovista de voluntad no le gusta estar consigo misma. (…)

Como decía Ramón y Cajal, todos podemos ser escultores de nuestro propio cerebro, si nos lo proponemos. (…) Nadie dijo que fuera fácil. (…) Crecer no es sencillo ni divertido.


"El puente donde habitan las mariposas. Biosofía de la respiración", Nazareth Castellanos

 
 
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