Existe una serie de ideas preconcebidas sobre la meditación:
Suele pensarse que la meditación consiste en una reflexión profunda e inteligente sobre un tema metafísico como la vida, la muerte o el cosmos. En realidad, en la meditación de consciencia plena, la atención no se fija en la reflexión intelectual o en la elaboración conceptual, sino en la experiencia no verbal, corporal o sensorial.
También se piensa que la meditación consiste en hacer un vacío mental. En realidad, en la meditación de consciencia plena, los instantes sin mentalización son bastante raros. La labor esencial estriba, no en acallar las habladurías de la mente, sino en no dejarse arrastrar por ellas, observar en lugar de aceptar. Se pretende acercarse a una «consciencia sin objeto», en la cual la mente no emprende ninguna actividad voluntaria, sino que intenta mantenerse en posición observadora. No se trata, pues, de una ausencia de pensamientos, sino de ausencia de implicación en tales pensamientos.
Se suele asociar la meditación con un proceso religioso o espiritual. En la meditación de consciencia plena se busca, ante todo, desarrollar y ejercitar a diario un instrumento de regulación atencional y emocional, más allá de toda forma de creencia.
Se suele comparar la meditación con la relajación o la sofrología. A través de la meditación de consciencia plena no se busca alcanzar un estado de descanso o calma particular (ciertas sesiones pueden resultar, por el contrario, difíciles o dolorosas). Se persigue en cambio intensificar la consciencia y el rechazo a las experiencias íntimas. Por ejemplo, más que buscar no encolerizarse ni entristecerse, se tiende a observar la naturaleza de las emociones, su efecto en el cuerpo y los comportamientos que provocan. Conceder un «espacio mental» a las emociones negativas permite recuperar su control, ya que posibilita que existan y que se expresen sin ser amplificadas por la represión (no autorizarlas) o la fusión (no distanciarse de ellas).
Consciencia plena es la calidad de consciencia que emerge cuando concentramos la mente de forma deliberada en el momento actual. Se dirige la atención a la experiencia que se vive y se sufre, sin filtro alguno (se acepta tal como es), sin formular juicio (bueno o malo, deseable o no), sin esperar nada en concreto.
Christophe André, psiquiatra
"La meditación de consciencia plena", Revista mente y cerebro, 55/2012
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